… o cómo crear música en los tiempos que corren.
Hace poco más de dos años me propuse, deliberadamente, componer música por primera vez. Fue un ejercicio de voluntad, donde la creatividad fluyó empecinada más por la disciplina que por las musas. Cuando iba por el cuarto tema descubrí sin demasiada sorpresa que las piezas se desprendían de los estándares de jazz que tanto estudié. Pequeñas células, de los puentes, de los estribillos, se transformaban en el combustible de la nueva nave Spiraloviana. Trabajé durante días, semanas, con un mac, un controlador midi y unas tremendas ganas de expresar sonidos. Iban saliendo, redondos, compactos y yo era dichoso. De aquellos temas poco queda, las ideas musicales que presenté a la banda gustaron y luego el proceso, más parecido al rock que al jazz, fue transformar entre los tres aquellas creaciones casi como la gota deforma la roca de tanto golpear.
Por esa época también sucedió que además de darme una oportunidad con la composición, le di otra a la lectura de un género literario que de alguna forma siempre consideré menor: la ciencia ficción. Fundación, Dune, La anomalía, El Problema de los Tres Cuerpos, Nunca me abandones, fueron algunas de las lecturas que inspiraron estos temas. Por otra parte, Spiralov, que no es una banda al uso, absorbió los temas, el concepto espacial y le dio forma sonora a una historia que se cuenta, soterrada, entre las notas. La historia de una posible huida de nuestro planeta que ya no puede más. El escape hacia lo desconocido con un espíritu aventurero más que dramático. De esta forma los tres nos embarcamos en un viaje que duró sus años y que acaba de despegar. Hacia el infinito y más allá.

Hemos gozado tocando y buscándole la forma a las canciones durante un tiempo considerable. El viaje empezó por entender, por domar esas creaciones salvajes que nos llevarían a otro espacio. En el camino descubrí que eran canciones, no eran temas en los que improvisar. En lo personal, venía de más de diez años por el camino de la improvisación que marca el jazz. Y así veía y sentía la música, como un territorio bien demarcado, bajo ciertas reglas precisas, para ejercer la improvisación. También Spiralov, el concepto, transitó durante varios años un camino similar, el de la anarquía controlada. Sospecho que por la forma en cómo nacieron, yo al piano cantando una melodía sobre la progresión armónica que iba intuyendo, no podían ser más que canciones. Y lo son, y representan también nuestro tiempo, esa nave que quiere escapar de las nuevas guerras, de las redes sociales, de Trump, de Gaza, que quiere escapar de la pos verdad, del tiempo de superficies, más bien escapar de cierto tipo de Planeta.
Soy afortunado porque me acompaña una tripulación de lujo. Bruno le dio sentido al latido con un ritmo que es sello de nuestra forma de andar por la música, Nico, el ingeniero, construyó la coraza, el metal de nuestra nave y ya con eso nos bastó para salir a explorar. Lo orgánico, el error, lo natural tienen que ver con la premura organizada de crear una nave en tiempo récord, una nave que tenga la capacidad de ir a la velocidad de la luz y soportar un viaje de millones y millones de kilómetros.

También la concepción del disco, un híbrido que coquetea entre el rock y el jazz, entre el funk y lo sinfónico, tuvo algo especial. Fueron 2 años de juntarnos prácticamente cada fin de semana a tocar, a intuir la música sin ningún tipo de presión. Y cada fin de semana significó una versión diferente de cada pieza. Una locura hermosa que lejos de amedrentarnos nos dio otra posibilidad de expresar mejor nuestras creaciones, de cocer a fuego lento lo que hoy damos a conocer como un álbum o ep, aunque en el fondo sospechamos que representa otra versión más en este universo circular que es Spiralov. Ahora vendrá, “por fin”, dicen nuestros allegados, el tiempo de salir con la nave a lucir la música en las distintas constelaciones de nuestra querida Barcelona.

Comienza otro viaje y podemos aseverar que hemos disfrutado más el camino que la llegada. El resultado es una linda y pasajera anécdota. Lo importante es que la nave está en camino y solo nos queda la aventura de la incertidumbre, el espacio profundo donde adrede nos perdemos. Cada mañana cuando me levanto sé que debo escapar de la Tierra, salir de la zona donde la nave flota mansa y buscar nuevos horizontes, porque talvez eso es vivir, porque eso es Spiralov.
hi
Hi